Nunca se me dieron bien las matemáticas. Soy una de tantas, una de tantos, que se atragantó siempre con las mates, que se definió desde muy temprano de letras... que no terminó nunca de verle la gracia a eso de hacer derivadas, de cuadrar con los números lo que siempre era cuadrable (...aunque no lo pareciera...), quizás porque pensaba, ya desde pequeña, que en la vida son muchas las cosas que no cuadran... Sumar, restar, multiplicar y dividir... para qué mas... Aprender que en la vida hay cosas que nos dan felicidad, que suman y nos hacen un poco mejores... Aprender que en la vida hay cosas (y personas..) que restan, que nos quitan... que nos anulan convirtiéndonos en números negativos... Eso no lo podemos permitir... Aprender que en la vida hay muchos sentimientos, que cuando son compartidos, se reproducen, en una multiplicación sin límites, haciéndonos sentir algo mas grandes... Recordar que en la vida, dividir, o quizás compartir, es imprescindible, para no olvidar que no somos ni tan importantes, ni tan especiales, que solo somos únicos... Recordar que algunos son muy primos, y que solo se dividen por si mismos... mientras que hay otros que dividiéndose con quien sea, terminan multiplicándose... Ese es el curioso efecto de las matemáticas... Y todo bajo la consigna mágica de que el orden de los factores (tu y yo; yo y tu) no afecta, nunca, el producto...
jueves, octubre 11, 2007
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2 comentarios:
Precioso post, sí señora (aunque a mí me encantaran las matemáticas)
A mi me encantaban éstas, no las de los exámenes...
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