Aunque el blog dice ocho, yo todavía estoy en el 7 de septiembre... Hay ocho horas de diferencia con España... y bueno, hoy que llueve a mares (así que hoy tenemos mar al norte, al sur, al este, al oeste y hasta en el centro....) pongo al día este diario, libero un poco las emociones (es lo que implica compartirlas...) y me preparo para lo que la vida quiera regalarme (mas... porque lleva una racha que no para de hacerme regalos...)
Digo que es siete de septiembre, aunque yo creo que todavía vivo en el seis del nueve... un día que me cuesta abandonar....
Bien puntual, nada sudamericano, Fernando acude a recogerme a la hora fijada... No tiene un auto... tiene un tractor! No, ahora en serio... tiene una furgoneta maravillosa, blanca, que nos permite ir sin problemas por los caminos imposibles de esta Isla. ¿Dónde vamos?me dice.... No sé, digo.... Vamos al Poike, dice... Y ahí es cuando me sonrío, porque es el único rincón de la Isla que me queda por conocer (esto es pequeñísimo...) y que estaba planeando como llegar.... Subimos el cerro, el segundo mas alto de la Isla... El desnivel es solo de 300 metros, pero teniendo en cuenta que se trata de treparlo, es dura la subida. Pero eso sí, la vista es impresionante... El sol nos quema. El viento nos hace volar. Es, sin duda, fantástico... Encuentro en Fernando una persona bien interesante... un arquitecto chileno que se viene por un año, quizás dos, a vivir a la Isla. Tiene un montón de ideas no necesariamente ligadas a la arquitectura, pero muy interesantes.... Le deseo lo mejor.
Por la tarde nos separamos. Se pierde una impresionante puesta de sol... pero claro, es que él no está aquí de vacaciones... yo sí. La noche nos junta de nuevo. Pisco Sour y ceviche. Nuestra discusión es si ceviche es con v o con b. Con b larga o con b corta, me corrige.... Me lo estoy pasando bien... muy bien. Pero él tiene una sorpresa para mi. "Monta en el auto" me dice... y
el sube con unas cervezas... ¿Dónde vamos?, pregunto, expectante.... porque seguro es algo bueno... Y subimos al Ranu Kau, un lugar fascinante.... Teniendo en cuenta que hay luna llena, no hace falta que os cuente como es aquello...
Tengo que agarrarme. De pronto he sido consciente de la esquina del mundo en la que estoy sentada... muy abajo, en este globo que es la tierra.... y me entra un pequeño vértigo... porque estoy tan bien, que no quiero caerme del mundo.... No, ahora no...
Maururu, compañeros.....
3 comentarios:
Cebiche puede escribirse con v,aunque yo lo escribo con b.Realmente mágico lo que cuentas.
¿Has hecho submarinismo?
DESPUÉS DEL INVIERNO-ANTES DEL INVIERNO.
Así como el aleteo de una mariposa podría trastornar un clima, también en otras circunstancias una causa minúscula puede causar un enorme trastorno. Debido a una serie de reacciones en cadena, de efectos agregados, de acumulación de energía, de convergencia o bifurcación de fuerzas, el más pequeño elemento perturbador termina por afectar a un conjunto conectado con otro - u otros - que también serán afectados. Es el afloje de una pequeña tuerca que altera el funcionamiento de una gran máquina, el hecho trivial que desencadena una guerra mundial. El resultado final es un descarrilamiento de todo el sistema, sobrepasando en forma impactante la causa original.
Se empezó a estudiar los fenómenos de turbulencia de líquidos, la física de los torbellinos, las oscilaciones de los péndulos, los movimientos de las nubes, las fluctuaciones imprevisibles de los precios del mercado o de la cotización de las acciones en la Bolsa de Valores, el crecimiento o desaparición de las poblaciones de animales salvajes, como una manera de ir clarificando los mecanismos secretos que rigen el pasar del orden al caos, o viceversa.
Según Prigogine, vivimos en una era de rápida transición, que necesita una modificación constructiva de nuestro medio ambiente. Nos vemos empujados a buscar y explorar nuevos recursos, a comprender mejor nuestro hábitat y a lograr una convivencia menos destructiva con la naturaleza. Esto hace que la ciencia esté pasando por un período crítico de reconceptualización.
Alain Danielou, erudito en temas hindúes, nos dice que el caos tiene muchas representaciones, "es una masa esencialmente sin forma, aunque se la representa como éter, como el pilar de luz, el huevo de oro del universo, etc. El espacio es el linga, la tierra, el altar. En él moran todos los dioses. En él se disuelve todo.”
"Primero sólo había oscuridad absoluta (tamas). Estimulada por la esencia, se desequilibró, apareciendo la forma de la tendencia giratoria - actividad o multiplicidad - (rajas). Estimulada de nuevo, esa tendencia a girar se desequilibró y de ello apareció la tendencia a la desintegración o tendencia centrífuga, inercia (tamas). Estimulada, a su vez se desequilibró, y apareció la tendencia a la cohesión (sattva). Estos procesos de evolución son interminables, pues las cosas continuamente se acercan al orden y se alejan de él".
El desenlace está perfectamente claro, siempre y cuando consideremos ciertos conceptos tradicionales de totalidad, unidad, creación y otros, relacionados con la integración. Aparentemente, nuestros procesos integradores y nuestra creatividad dinámica consisten en puntos de bifurcación. Estos puntos son acciones constructivas y destructivas que siempre se están produciendo en la persona, esto es, en la naturaleza.
"Persona y Naturaleza, Purusha y Prakriti son una sola cosa... sólo existen en relación recíproca," escribe Danielou. Aunque estos y otros enunciados filosóficos relacionados no están vertidos en los términos de la termodinámica, constituyen percepciones convincentes del modo como fluyen en la naturaleza la energía y la materia, la información y las ideas. Al leer estas remotas interpretaciones del caos y la entropía, enunciadas en un marco filosófico, comprendemos rápidamente que nuestros pensamientos colectivos sobre los sistemas abiertos describen la transición del caos al orden en la materia animada e inanimada. También reflejan el modo como vivimos esas transiciones, y no simplemente lo que pensamos sobre ellas.
Jorge Wagensberg
BABELIA - 09-09-2006
El arquitecto aterriza procedente de París donde ha ganado un concurso para construir un importante museo. Entra en el taxi, se derrama por el espacio disponible y canta, fuerte y claro, la calle y el número. El coche arranca, pero el taxista no aparta la mirada del espejo retrovisor:
"¡Hernán!".
"¡¡Raimón!!".
Su amistad se pierde en la penumbra de la infancia: mismo parvulario, iguales risas, misma escuela, igual veraneo, mismos amigos, iguales planes, mismos estudios...
Despiertan juntos al uso de la razón, descubren juntos el mundo y caminan juntos hasta los veinte años. Su amistad parece indestructible, y no precisamente por ser iguales sino quizá por lo contrario. Hernán es despreocupado y extrovertido, Raimón meticuloso y tímido. Hernán es imaginativo fantasioso, Raimón imaginativo realista. Hernán más bien habla, Raimón más bien escucha. Hernán goza el presente, Raimón goza el futuro. Hernán tiene novias pero no mal de amores. Raimon tiene mal de amores pero no novias. Ambos nacen en la segunda semana de julio de 1944, cuando sus madres llevan ya seis meses conversando sobre su primer parto. En la escuela, Hernán debe su prestigio a que es inseparable del brillante Raimón, y éste a que es inseparable del seductor Hernán. En la universidad, Raimón trabaja a fondo las asignaturas y cosecha sobresalientes en casi todo. Hernán las prepara sobre el trabajo previo de Raimón, pero, salvo algún tropiezo, avanza sin problemas. Las vidas de Hernán y Raimón empiezan a separarse en junio de 1964. Raimón adelanta sus vacaciones una semana. Durante el último examen lo ha pasado mal, se ha enganchado en un problema y ha tenido que resolver los otros dos nervioso y con mucha prisa. No ha estado a su nivel habitual, pero aún alberga esperanzas de aprobar. Curiosamente, ni siquiera comenta sus temores a Hernán. Necesita cambiar de aires con urgencia, así que se marcha confiando en que Hernán le llevará la buena nueva poco después. "Te espero en Ibiza". A Hernán le ha ido peor. Ya tiene dos asignaturas suspendidas y nulas esperanzas en la última. Se muere de ganas por matar el curso y seguir a su amigo del alma, pero acepta esperar a que las últimas calificaciones cuelguen del tablón.
Cuatro días después, sin despertarse del todo de la siesta, Hernán oye a Raimón gritar desde la calle "¡Hernán, Hernán!". Hernán aparta la persiana y se asoma cegado por la luz de mediodía... "Hernán ¿he aprobado?". Hernán trata de ganar tiempo porque, al final, las listas se retrasaron veinticuatro horas y él no pudo resistir un día más en la ciudad. "¿Que si qué?". "Que si he aprobado hombre, como no me dices nada
...". La bola salta en la ruleta, par, impar, par, impar
... aprobado, suspenso, aprobado, suspenso... "¡Aprobado!". Su propia voz le sobresalta: "¡Aprobado claro, como siempre! ¿Nos vemos en la playa a las seis?". Raimón siente un gran alivio. Y se va calle abajo dando saltitos y pensando que ha aprobado por pura inercia, por puro prestigio ¡A disfrutar del verano! Pero en otoño no da crédito a las objeciones que le plantean en secretaría: "Usted no se puede matricular en tercero, suspendió en junio y ni siquiera se ha presentado en septiembre
...". Raimón se queda sin habla, mira a ninguna parte. En la cola se impacientan... Su bloqueo mental es irreversible. Nunca más pudo concentrarse en una sola línea de la maldita asignatura. Cuatro años después, mientras Hernán culmina su proyecto de fin de carrera, Raimón tira definitivamente la toalla. Aún hoy se pregunta por lo ocurrido. Nunca ha dejado de darle vueltas al asunto. El taxi no le va mal. Se ha especializado en carreras al aeropuerto. Desde que consiguió la licencia, se ha hecho con una clientela fiel que le adora por su seguridad, puntualidad, cultura, discreción y profesionalidad. Hace once años que no sabe nada de Hernán. Cualquier día nos encontramos. La historia nunca deja de acabarse.
Cuatro días después, sin despertarse del todo de la siesta, Hernán oye a Raimón gritar desde la calle "¡Hernán, Hernán!". Hernán aparta la persiana y se asoma cegado por la luz de mediodía
... "Hernán ¿he aprobado?" Hernán trata de ganar tiempo porque, al final, las listas se retrasaron veinticuatro horas y él no pudo resistir un día más en la ciudad. "¿Que si qué?". "Que si he aprobado hombre, como no me dices nada...". La bola salta en la ruleta, par, impar, par, impar... suspenso, aprobado, suspenso, aprobado... "¡Suspenso!". Su propia voz le sobresalta: "Lo siento Hernán, suspenso esta vez, pero estudiaremos juntos ¿vale?...
¿Nos vemos en la playa a las seis?". Raimón está furioso consigo mismo: no se puede vivir de prestigio. Ni de inercia. Y se va calle abajo con paso militar. ¡Fin del verano! Once años después, el estudio de arquitectura está consolidado. La simbiosis es perfecta: Raimón más bien tiene las ideas y Hernán más bien las vende. El futuro nunca deja de iniciarse.
Los arquitectos aterrizan procedentes de París donde han ganado un concurso para construir un importante museo. Entran en el taxi, se reparten el espacio disponible y cantan, al unísono, la calle y el número. Carcajadas por la coincidencia, incluidas las del joven taxista que se ríe por el espejo retrovisor.
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