martes, septiembre 12, 2006

SABADO. ÉL y RANO RARAKU ....

El sábado es mi último día (al menos de este mi primer viaje a Isla de Pascua....) y es justo el día en el que descubro.. en el que encuentro... mi lugar en el mundo... pero esa es otra historia... que os contaré en otro momento...
Algo temprano, vamos al aeropuerto a facturar las maletas, y así, sentirnos un poco mas libres... Me avisan de que el avión viene con retraso, y eso es maravilloso... Tengo una hora mas. Una hora mas para disfrutar de este maravilloso lugar. Una vez libre, decidimos ir a Rano Raraku, el lugar que más me fascina... la "guardería" o cantera de Moais, donde empecé mi viaje acudiendo a una ceremonia y donde acudo, sin saber que seré yo quien protagonice otra ceremonia...
El aire es extraño... Toda la felicidad del mundo, la ilusión... el agradecimiento... se bañan con una tristeza silenciosa que nadie atreve a enunciar en voz alta... aunque los ojos nos delatan, cuando brillan de forma opaca, cuando la voz parece quebrarse... cuando el aire parece que no es suficiente ni siquiera para un susurro... Trato de sonreír, de ser tan feliz como me siento... porque los últimos díez días han sido una vida dentro de mi vida (fue profética la frase con la que me despedí y con la que comencé el viaje....aquella que decía...Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémoslo... uff...) y parece que ahora me toca morir... y es entonces cuando me sirve todo lo que he escrito los últimos meses acerca de la muerte, y entiendo que el morir no es un final, que es un cambio... un estado liminal.. un nuevo espacio temporal en el que ya nunca más seremos lo que hemos sido hasta ahora y que nunca jamás volveremos a ser...
Vamos al Rano Raraku... estamos solos.. Completamente solos. Una pareja aparece a lo lejos, sonríentes... No me llama la atención porque allí todos sonreímos... hacia dentro, pero sonreímos.. pero me quedo de piedra,exactamente como los trescientos moais que nos rodean, cuando Él me dice que la que baja es su tía. Su tía. Que tiene su apellido. Teniendo en cuenta que Él no es Rapa Nui,que es de la capital, el susto es grande!
Una vez nos quedamos solos, es cuando en el lugar de mis sueños protagonizo una ceremonia. Es una ceremonia de despedida... pero teniendo en cuenta que en este lugar Hola y Adiós se dicen exactamente igual (Iorana), se me está invitando a volver... Y así lo haré.
Al llegar, la costumbre Rapa Nui es regalar un collar de flores al recién llegado, un collar que simboliza lo perecedero al mismo tiempo que lo bello y la riqueza del lugar. Al irse, la costumbre es regalar otro collar... pero de conchas marinas, eternas, infinitas.... como, sin duda, el recuerdo que queda de este lugar... Desde ese instánte, visto un nuevo collar... Imperecedero.
De camino al aeropuerto solo nos encontramos caballos. Caballos. Y pienso que no me importaría ser uno de esos animales salvajes, que campan a su gusto en un lugar como Rapa Nui, y quedarme ahí... pero deshecho la idea... si fuera un caballo no podría sentir todo lo que estoy sintiendo...
Me cuesta mucho subirme al avión. De hecho creo que soy la última en hacerlo. Pero no, soy la penúltima... aunque eso solo lo sabré mas tarde, cuando me ubique en mi asiento.
Iorana, Rapa Nui.
Iorana, Undo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Iorana Tot...