Se me hace inevitable hablar de Cuzco. Pero de Cuzco no la hermosa y misteriosa ciudad (leída Cusco), si no de Cuzco, el perro del aura de plástico. Hace hoy un año me andaba despidiendo de una persona que se marchaba a otro país y que en estos mismos momentos tengo entendido está regresando (...de Brasil, ejem). Esa es, por ejemplo, una de las muchas cosas que han pasado en estos doce meses. Aquel 3 de octubre éramos desconocidos. Ahora nos conocemos. Aunque ilusos de nosotros creíamos que era al revés. Esto puede resultar un poco complicado de entender.. pero lo que quiero decir es que por aquellas éramos íntimos y que ahora somos... como diría yo... anónimos... (no quiere decir esto que él sea un usuario anónimo de este blog...) Total, que en esa precisa despedida, un pequeño perro destinado a cambiar mi existencia mordió la pernera de mi pantalón sin saber que tal insignificante acto le implicaba un pequeño gran papel como "hombre de mi vida". Tal era el sentimiento que el indefenso animal despertaba en mí, que decidí, con inoportuna alevosía llamarle Cuzco, el ombligo del mundo, en quechua. Y digo inoportuna porque por aquellas, ignorante una del verdadero poder de las palabras, no sabía que con ese nombre, le estaba de verdad, convirtiendo, en el ombligo de mi pequeño mundo. Desde el día que entró en casa, todo giró a su alrededor.... y no por que yo quisiera.
La probabilidad de que a un perro le falte una vértebra es mínima. La probabilidad de que a un perro le duela a morir su cuerpecito por que le falte una vértebra es ínfima. La probabilidad de encontrarte un perro al que le falte una vértebra y que le duela a morir es prácticamente inexistente... y así, la que suscribe, metió a un perro sin no recuerdo que vértebra lumbar en casa.
Como los niños aliviaba su dolor mordiendo. Al principio, pobrecico, se mordía su propio rabo. Hasta que, por su supervivencia, tuvimos que amputarlo. Cuando no hubo rabo, atacó sofás, sillones, mesas y sillas. Y aunque he cambiado poco a poco la mayoría de esos muebles, todavía quedan algunos restos de su estancia. En Navidad, el dolor (y el insomnio de ambos) era irremediable, así que hubo que operar. A vida o muerte. Recuerdo que fue en Navidad porque el dinero destinado a esos puntuales regalos navideños se invirtió en una operación crucial (y la familia y los amigos se quedaron sin presente...)... y aunque soy de las que odian esas películas tipo "Milagro en Navidad..." etc etc etc... no sé si fue la fecha o qué, pero jugando con las probabilidades mínimas, tan desarrolladas en este caso, Cuzco se salvó y se convirtió en un perro normal.
Para una persona como yo, sin horarios y sin demasiado tiempo libre, tener un perro era una tarea sobrehumana, y por fín, aunque la búsqueda de hogar empezó el mismo día de traerlo a casa, en Marzo... seis meses y tres operaciones después, Cuzco abandonó esta casa para comenzar su nueva vida.
Los nuevos dueños le cambiaron el nombre, el arnés, la correa y el colchón. Sé que ahora se llama Josh, que nadie ve esa cicatriz crucial en su lomo y que no me recuerda.
Pero yo a él si le recuerdo, a un perro que se ganó el sobrenombre del "perro del aura de plástico", porque se pegó la mitad del tiempo que estuvo conmigo con un collar isabelino de plástico de veinte centímetros que le impedía morderse, lamerse o incluso besarse. Aun me entristezco cuando le recuerdo chocándose con los muebles, o escondiéndose debajo de una silla de la cual luego no podía salir.
Le recuerdo mucho, la verdad. Fue el ombligo del mundo, si, pero fue también el símbolo de la suerte y de la mala suerte. El perro con más mala suerte del mundo que tuvo la gran suerte de salir ileso de una operación que le podía haber costado su canina vida. Esas pequeñas cosas hacen que la vida tenga otros colores. Me enseñó muchas cosas... me planteó una serie de dilemas éticos de cátedra, y me tuvo muchas noches sin dormir... pero hoy eso forma como parte de otra vida... y como esto es una recuerdoteca me he permitido el lujo de dedicarle estos minutos... lo cual, agradezco.
(pd. quienes conocieron a Cuzco, deben alucinar con el parecido inquietante con el perro de la imagen que acompaña este post, que al mismo tiempo es el perro que Amelie Poulain tenía en la cabecera de su cama.... )
La probabilidad de que a un perro le falte una vértebra es mínima. La probabilidad de que a un perro le duela a morir su cuerpecito por que le falte una vértebra es ínfima. La probabilidad de encontrarte un perro al que le falte una vértebra y que le duela a morir es prácticamente inexistente... y así, la que suscribe, metió a un perro sin no recuerdo que vértebra lumbar en casa.
Como los niños aliviaba su dolor mordiendo. Al principio, pobrecico, se mordía su propio rabo. Hasta que, por su supervivencia, tuvimos que amputarlo. Cuando no hubo rabo, atacó sofás, sillones, mesas y sillas. Y aunque he cambiado poco a poco la mayoría de esos muebles, todavía quedan algunos restos de su estancia. En Navidad, el dolor (y el insomnio de ambos) era irremediable, así que hubo que operar. A vida o muerte. Recuerdo que fue en Navidad porque el dinero destinado a esos puntuales regalos navideños se invirtió en una operación crucial (y la familia y los amigos se quedaron sin presente...)... y aunque soy de las que odian esas películas tipo "Milagro en Navidad..." etc etc etc... no sé si fue la fecha o qué, pero jugando con las probabilidades mínimas, tan desarrolladas en este caso, Cuzco se salvó y se convirtió en un perro normal.
Para una persona como yo, sin horarios y sin demasiado tiempo libre, tener un perro era una tarea sobrehumana, y por fín, aunque la búsqueda de hogar empezó el mismo día de traerlo a casa, en Marzo... seis meses y tres operaciones después, Cuzco abandonó esta casa para comenzar su nueva vida.
Los nuevos dueños le cambiaron el nombre, el arnés, la correa y el colchón. Sé que ahora se llama Josh, que nadie ve esa cicatriz crucial en su lomo y que no me recuerda.
Pero yo a él si le recuerdo, a un perro que se ganó el sobrenombre del "perro del aura de plástico", porque se pegó la mitad del tiempo que estuvo conmigo con un collar isabelino de plástico de veinte centímetros que le impedía morderse, lamerse o incluso besarse. Aun me entristezco cuando le recuerdo chocándose con los muebles, o escondiéndose debajo de una silla de la cual luego no podía salir.
Le recuerdo mucho, la verdad. Fue el ombligo del mundo, si, pero fue también el símbolo de la suerte y de la mala suerte. El perro con más mala suerte del mundo que tuvo la gran suerte de salir ileso de una operación que le podía haber costado su canina vida. Esas pequeñas cosas hacen que la vida tenga otros colores. Me enseñó muchas cosas... me planteó una serie de dilemas éticos de cátedra, y me tuvo muchas noches sin dormir... pero hoy eso forma como parte de otra vida... y como esto es una recuerdoteca me he permitido el lujo de dedicarle estos minutos... lo cual, agradezco.
(pd. quienes conocieron a Cuzco, deben alucinar con el parecido inquietante con el perro de la imagen que acompaña este post, que al mismo tiempo es el perro que Amelie Poulain tenía en la cabecera de su cama.... )
7 comentarios:
Este es uno de esos -tus- comentarios que me sostienen la sonrisa de principio a vuelta a empezar..
..y alimentan mi espiritu voayer de almitas..
¡Pero si es igual a Cuzco! ¿De donde lo has sacado?
cosas como ésta son las que te hacen ser única (en el mejor sentido de la palabra).
por cierto y aunque no venga a cuento, al picar en "cuzco" me he dado cuenta mirando más abajo que tienes archivos desde ¡MAYO! madre mía cómo pasa el tiempo.
Es extraterrestre,creo que como Undo.Vería las estrellas,pero estoy segura de que ha visto más de una vez,un círculo de brillantes colores suspendido en el cielo azul.Puede que él mismo lo origine,aunque a mí no pueda ni verme y a ti te vea tan gris,por lo menos en sus(tus)recuerdos.
Si Cuzco... si Undo... son extraterrestres, yo también lo soy, no hay duda. Así que como yo me tengo como "muy de aquí" no creo que ellos lo sean en absoluto.
Undo proyecta mil colores, aunque a veces se le olvida... y uno de esos colores, el que mejor le sale... es el Violeta. No creo que él me vea gris.
...fa,sol..A mi gata le brillaron los ojos,los míos se hicieron rojos ante tal torbellino.Y aunque soy daltónico,le pido a la virgen del Carmen y a la del Pilar,si hace falta,que los marcianos sigan mandando postales,para poder lanzarme a la carretera de lo imprevisto,bajo el puente,donde se alcanza la velocidad que hace que las estatuas vuelvan a moverse.Que llueva,que mañana oiré a los pájaros de hierro.Que viaje la luz voyeur cada vez con más pasajeros.
Que seamos carretera en la ciudad en que ya no hay letras gigantes en las rotondas,será porque los periódicos hoy han sido negros,porque las paradas de bus se iluminan de naranja.
fascinante,realmente fascinante.
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