Hay muchas Chinas...
Chinas que fueron, Chinas que son, Chinas que serán... Chinas que pretenden ser y que aparentan y a las que por un agujerico se les escapa lo que son en realidad. Chinas públicas y Chinas privadas. La China de los karaokes, la de los hutongs... la China de las bicicletas y la China contaminada. La China moderna, alegre, y sin complejos... La China gris, oculta y no muy limpia...
Luego está una China fabricada, que es la que dura desde el ocho del ocho del ocho, a las ocho y ocho, a cuando sea del veinticuatro del ocho, y que será un decorado, un espejismo, y si me apuras, casi casi, una fantasía...
Y eso pasará en Beijing.
Estuve en Beijing hace más de diez años. Once concretamente. Mientras el curso entero decidía irse a Punta Cana a celebrar el "paso de ecuador", una amiga y yo decidimos celebrarlo un poco por libre. Precisamente en China. Allí fuimos las dos. Palacios con nombre de estaciones y Templos de nombres celestiales, Plazas inmensas con tristes historias en sus baldosas y Ciudades Prohibidas con barrios para concubinas... ¿Qué me encontraré? No alcanzo a imaginarlo. Voy, literalmente, a ciegas...
No alcanzo a imaginar lo que puede ser vivir un acontecimiento similar.
Y escribo esto aquí porque me cuentan que quizás no pueda escribir desde allí. Que ni los Juegos pueden con la censura (¿Qué pensaría Coubertin...?). Que cuando aquí se dé la salida de los cien metros lisos, yo ya sabré quien ha ganado... porque han decidido retransmitir con diez segundos de retardo. Que quizás páginas como esta, no sé mi correo electrónico, no podrán ser abiertas... (aunque ya encontraré la manera de comunicarme... será mi propia catarsis... que seguro que la necesito). Incluso la prensa tiene acceso limitado.
Y tengo planes aunque lo que deseo es que la experiencia me sorprenda (juego con ventaja... la experiencia tiene pintas de ser bastante sorprendente...). Entre mis planes están hacer lo mío, y lo que se espera de mí, lo mejor que sé... disfrutar, aprender, y divertirme. Conocer gente. Retomar aquellos contactos que dejé en surrealistas garitos japoneses, tomar rica cerveza de arroz, reirme... abrir los ojos, compartirlo, y no desesperarme.
Lástima haber perdido los datos de Fan y de Wang, dos amigos chinos con los que a pesar de no llevarse el correo electrónico, comencé contacto (incluso uno de ellos llegó a venir a España, a verme) después de aquel fantástico viaje...
Me quedan unos días todavía. Hoy se han ido los primeros. El miércoles nos vamos el resto. La tele, la prensa, me impiden olvidarme de que lo irremediable, afortunadamente, ha empezado ya.
... y que lo único imposible, es que lo improbable no suceda...
Chinas que fueron, Chinas que son, Chinas que serán... Chinas que pretenden ser y que aparentan y a las que por un agujerico se les escapa lo que son en realidad. Chinas públicas y Chinas privadas. La China de los karaokes, la de los hutongs... la China de las bicicletas y la China contaminada. La China moderna, alegre, y sin complejos... La China gris, oculta y no muy limpia...
Luego está una China fabricada, que es la que dura desde el ocho del ocho del ocho, a las ocho y ocho, a cuando sea del veinticuatro del ocho, y que será un decorado, un espejismo, y si me apuras, casi casi, una fantasía...
Y eso pasará en Beijing.
Estuve en Beijing hace más de diez años. Once concretamente. Mientras el curso entero decidía irse a Punta Cana a celebrar el "paso de ecuador", una amiga y yo decidimos celebrarlo un poco por libre. Precisamente en China. Allí fuimos las dos. Palacios con nombre de estaciones y Templos de nombres celestiales, Plazas inmensas con tristes historias en sus baldosas y Ciudades Prohibidas con barrios para concubinas... ¿Qué me encontraré? No alcanzo a imaginarlo. Voy, literalmente, a ciegas...
No alcanzo a imaginar lo que puede ser vivir un acontecimiento similar.
Y escribo esto aquí porque me cuentan que quizás no pueda escribir desde allí. Que ni los Juegos pueden con la censura (¿Qué pensaría Coubertin...?). Que cuando aquí se dé la salida de los cien metros lisos, yo ya sabré quien ha ganado... porque han decidido retransmitir con diez segundos de retardo. Que quizás páginas como esta, no sé mi correo electrónico, no podrán ser abiertas... (aunque ya encontraré la manera de comunicarme... será mi propia catarsis... que seguro que la necesito). Incluso la prensa tiene acceso limitado.
Y tengo planes aunque lo que deseo es que la experiencia me sorprenda (juego con ventaja... la experiencia tiene pintas de ser bastante sorprendente...). Entre mis planes están hacer lo mío, y lo que se espera de mí, lo mejor que sé... disfrutar, aprender, y divertirme. Conocer gente. Retomar aquellos contactos que dejé en surrealistas garitos japoneses, tomar rica cerveza de arroz, reirme... abrir los ojos, compartirlo, y no desesperarme.
Lástima haber perdido los datos de Fan y de Wang, dos amigos chinos con los que a pesar de no llevarse el correo electrónico, comencé contacto (incluso uno de ellos llegó a venir a España, a verme) después de aquel fantástico viaje...
Me quedan unos días todavía. Hoy se han ido los primeros. El miércoles nos vamos el resto. La tele, la prensa, me impiden olvidarme de que lo irremediable, afortunadamente, ha empezado ya.
... y que lo único imposible, es que lo improbable no suceda...
3 comentarios:
Me encanta esa última frase, si la has publicado es que se puede plagiar ¿no? ¿o la espiral sin nombre tiene censuras?
De hecho lo que más me gusta de caminar junto a ti es que lo improbable siempre está ahí para suceder y sorprenderme.
No sé Shidermo, pero a mi las cosas mas surrealistas de mi vida me han pasado con Julieta cerca. Es un extraño iman. (con todos mis respetos)
No se por qué no me extraña lo que dices anónimo. Comparto contigo que es un imán, de extraordinaria potencia, de esos que convierten la palabra im-probable en probable desde el interior
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