Ayer estuve en uno de esos fantásticos fenómenos antropológicos que son las bodas...
Lo llamo fenómeno antropológico porque realmente no se me ocurre mejor manera de definirlo. Cada encuentro es un ritual y cada una de las cosas que se hacen (supersticiones incluidas) responden a un orden concreto. La forma de sentarse, de vestirse, el orden en el saludo a los contrayentes, el primer trozo de tarta recién cortada con un sable, la repartición de las flores del ramo de la novia... Todas esas cosas responden a un modus operandi nada inocente y menos espontáneo...
Antes llevaba siempre la cámara fotográfica. Después el cuaderno. Después me conformaba con hacer pequeñas anotaciones (la de las excepciones) en la carta con el menú matrimonial. Ahora he ido un paso más allá y ya no hago nada: simplemente me dedico a dejarme sorprender, y si puede ser, a pasármelo lo mejor posible.
Hasta la boda de ayer, había percibido cierta incomodidad por parte de los contrayentes a la hora de colocar los impares en las mesas... En una sociedad en la que los viajes solo se ofrecen para dos, donde las ofertas siempre son 2x1 y no 1/2, donde siempre te regalan dos entradas o dos billetes, o donde el Hola, ¿Estás Sola? es el título de una película, colocar a los impares no debe ser fácil. Ayer lo arreglaron de a una. Todos juntos en la mesa de más allá. Daba igual que separaran a los primos, a los amigos, o los padres e hijos: los solteros de más de treinta a la mesa 17.
Fui la primera en localizar la mesa, en la que no había nadie. Me senté estrategicamente lo más cerca posible de la puerta y en conexión directa con el novio - mi amigo- por la cosa esa de pedirle socorro. Poco a poco, fueron llegando los demás. Sus caras me hicieron comprender la cosa esa de "pero mis primos están allá..."... Sonríes, saludas y levantas los hombros. Una vez todos sentados nos miramos más como si fuéramos jugadores de poker buscando al "primo" , al rival o a una posible presa, y empieza la ronda de saludos... ¿Y tu eres....? Aparecen las sospechas cuando te presentas como amiga del novio y el novio te presenta como "el nombre de la mesa es en su honor"... (menos mal que no estaba la familia de la novia... no les hubiera entrado nada bien...) Estableces ya parejas a priori de las que te excluyes y todo da la vuelta cuando te enteras que son todos primos entre sí, así que la linda chinita que tienes enfrente y tu sois el objeto de seducciones cruzadas. Piensas, feliz y relajada, que el exotismo de una treintañera china sonriente les mantendrá ocupados... pero no hay nada peor en una boda de deportistas, cuyas mesas tienen nombres de juegos olímpicos que se te presente como una persona que trabaja con olímpicos... Touchée.
Incluso empiezan a venir de la otra mesa. Y de otra, a hablar contigo, a conocerte, a ver si pueden hacer algo por tí... y pidas socorro a las "primas" que te sacan a ti de prima y te alías con ellas, aunque implique pasar por el rito de iniciación de los tequilas, donde sale tu espíritu competitivo y las dejas, literalmente, K.O.
Bendito Tequila. Benditas Primas y Bendito amigo y bendita su mujer. Benditas las hermanas del novio que conozco desde niña y gracias a los demás que supieron ver lo que tenían que ver y convirtieron una noche surrealista en una velada peculiar...
Benditos los días que me demuestran que no es tan díficil sonreir en vez de hablar y conseguir que los demás te entiendan. Aunque no les vuelvas a ver más... Bendita la sensación de despertarte un día más y decir, "pues no se me dió tan mal".
Bendita.
Lo llamo fenómeno antropológico porque realmente no se me ocurre mejor manera de definirlo. Cada encuentro es un ritual y cada una de las cosas que se hacen (supersticiones incluidas) responden a un orden concreto. La forma de sentarse, de vestirse, el orden en el saludo a los contrayentes, el primer trozo de tarta recién cortada con un sable, la repartición de las flores del ramo de la novia... Todas esas cosas responden a un modus operandi nada inocente y menos espontáneo...
Antes llevaba siempre la cámara fotográfica. Después el cuaderno. Después me conformaba con hacer pequeñas anotaciones (la de las excepciones) en la carta con el menú matrimonial. Ahora he ido un paso más allá y ya no hago nada: simplemente me dedico a dejarme sorprender, y si puede ser, a pasármelo lo mejor posible.
Hasta la boda de ayer, había percibido cierta incomodidad por parte de los contrayentes a la hora de colocar los impares en las mesas... En una sociedad en la que los viajes solo se ofrecen para dos, donde las ofertas siempre son 2x1 y no 1/2, donde siempre te regalan dos entradas o dos billetes, o donde el Hola, ¿Estás Sola? es el título de una película, colocar a los impares no debe ser fácil. Ayer lo arreglaron de a una. Todos juntos en la mesa de más allá. Daba igual que separaran a los primos, a los amigos, o los padres e hijos: los solteros de más de treinta a la mesa 17.
Fui la primera en localizar la mesa, en la que no había nadie. Me senté estrategicamente lo más cerca posible de la puerta y en conexión directa con el novio - mi amigo- por la cosa esa de pedirle socorro. Poco a poco, fueron llegando los demás. Sus caras me hicieron comprender la cosa esa de "pero mis primos están allá..."... Sonríes, saludas y levantas los hombros. Una vez todos sentados nos miramos más como si fuéramos jugadores de poker buscando al "primo" , al rival o a una posible presa, y empieza la ronda de saludos... ¿Y tu eres....? Aparecen las sospechas cuando te presentas como amiga del novio y el novio te presenta como "el nombre de la mesa es en su honor"... (menos mal que no estaba la familia de la novia... no les hubiera entrado nada bien...) Estableces ya parejas a priori de las que te excluyes y todo da la vuelta cuando te enteras que son todos primos entre sí, así que la linda chinita que tienes enfrente y tu sois el objeto de seducciones cruzadas. Piensas, feliz y relajada, que el exotismo de una treintañera china sonriente les mantendrá ocupados... pero no hay nada peor en una boda de deportistas, cuyas mesas tienen nombres de juegos olímpicos que se te presente como una persona que trabaja con olímpicos... Touchée.
Incluso empiezan a venir de la otra mesa. Y de otra, a hablar contigo, a conocerte, a ver si pueden hacer algo por tí... y pidas socorro a las "primas" que te sacan a ti de prima y te alías con ellas, aunque implique pasar por el rito de iniciación de los tequilas, donde sale tu espíritu competitivo y las dejas, literalmente, K.O.
Bendito Tequila. Benditas Primas y Bendito amigo y bendita su mujer. Benditas las hermanas del novio que conozco desde niña y gracias a los demás que supieron ver lo que tenían que ver y convirtieron una noche surrealista en una velada peculiar...
Benditos los días que me demuestran que no es tan díficil sonreir en vez de hablar y conseguir que los demás te entiendan. Aunque no les vuelvas a ver más... Bendita la sensación de despertarte un día más y decir, "pues no se me dió tan mal".
Bendita.
2 comentarios:
Mira que eres buena a la hora de hacer retratos.
Me ha encantado la descripción de la boda, desde luego que no te hacen falta ni la camara ni los cuadernos, tú solita te bastas para construir (vivir) una historia
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