... Avisé que me iba de viaje por el mar de lo pasado... y como hago siempre, fiel, cada vez que marcho de viaje, os he traído algo. Como me ha acompañado buena literatura japonesa, lo que os traido es un auténtico Miyage... ese regalo que se hace a la familia y a los amigos al volver de un viaje. Normalmente consiste en algún trabajo o mercancía que se produce allí donde se ha estado... así que como he estado en el pasado, lo que os traigo son recuerdos...
Si bien acabo de regresar pienso que viajar por los recuerdos es bien peligroso, lo mismo que al infierno...aunque también mantengo que pasear, muy de vez en cuando, por ahí, es conveniente... aunque solo sirva como elemento para graduar la vista una vez volvemos al que sin duda es nuestro lugar: el presente...
Al fin y al cabo, la memoria es quien nos construye...
Así que os traigo, principalmente, la nostalgia de los andenes vacíos.
Si bien acabo de regresar pienso que viajar por los recuerdos es bien peligroso, lo mismo que al infierno...aunque también mantengo que pasear, muy de vez en cuando, por ahí, es conveniente... aunque solo sirva como elemento para graduar la vista una vez volvemos al que sin duda es nuestro lugar: el presente...
Al fin y al cabo, la memoria es quien nos construye...
Así que os traigo, principalmente, la nostalgia de los andenes vacíos.
Me preguntaba si acaso no está cambiando sobre manera la forma de comunicarnos... de decirnos que nos queremos, y de echarnos de menos... Cambiamos las cartas por mails, lo que no nos atrevemos a enunciar (y pronunciar) lo mandamos por sms, ya no llamamos a hogares, si no a lugares, y lo más grave: nos han robado la posibilidad de despedirnos en los andenes...
Esas despedidas que todos hemos participado... bien desde el andén, bien desde el vagón, ante amigos, amantes, o familia... Correr hasta que ese andén, orilla de tantas cosas, termina, convirtiéndose la vía en el horizonte que no siempre podremos alcanzar...
Cuando era pequeña mi abuelo me enseñó a nadar.
En el Mar.
Y yo, convencida, decía "estoy aprendiendo a nadar para llegar a la línea del fondo"....
Ahora entiendo por qué los mayores se reían....
Hoy soy mayor y aun no he llegado a ese horizonte.
Y me pregunto qué narices es lo que hay allí.
Las orillas son andenes y las vías el horizonte.
Si viajamos en tren... quizás podamos, realmente, viajar sobre las olas....
Quizás las olas sean, como alguien dice, las ilusiones...
Este es mi Miyage...
La grave nostalgia de echar de menos lo que nunca aconteció...
O lo que al menos, no ha sucedido todavía...
Esas despedidas que todos hemos participado... bien desde el andén, bien desde el vagón, ante amigos, amantes, o familia... Correr hasta que ese andén, orilla de tantas cosas, termina, convirtiéndose la vía en el horizonte que no siempre podremos alcanzar...
Cuando era pequeña mi abuelo me enseñó a nadar.
En el Mar.
Y yo, convencida, decía "estoy aprendiendo a nadar para llegar a la línea del fondo"....
Ahora entiendo por qué los mayores se reían....
Hoy soy mayor y aun no he llegado a ese horizonte.
Y me pregunto qué narices es lo que hay allí.
Las orillas son andenes y las vías el horizonte.
Si viajamos en tren... quizás podamos, realmente, viajar sobre las olas....
Quizás las olas sean, como alguien dice, las ilusiones...
Este es mi Miyage...
La grave nostalgia de echar de menos lo que nunca aconteció...
O lo que al menos, no ha sucedido todavía...
2 comentarios:
ME HA ENCANTADO ESTE POST..
Sascha.
Guau!!
Tremendo.
Va directo a la emoción.
Que elegante. Tanto como tu.
Publicar un comentario