Tengo un amigo que es astrólogo. Pero astrólogo de verdad... no de los que hace horóscopos... si no de los que hace cartas astrales... y sin ordenador... Hace un par de años me regaló la carta astral de mi vida. Una especie de mapa donde las estrellas son las autopistas y los equinoccios las gasolineras. A mi esto me crea un conflicto, mas que nada porque mi trabajo, mi formación versa sobre algo tan terrestre como es el ser humano.... y a eso me dedico, al comportamiento humano, es en quien creo y a quien observo. Reconozco que de vez en cuando me doy paseos por el cielo (aquí hemos hablado de ellos), principalmente cuando me enamoro, y cuando me ilusiono (que si no es lo mismo, se le parece...). Lo de mirar a las estrellas lo dejo para las noches de verano, especialmente a la noche que precede a mi cumpleaños, las Perseidas, aunque reconozco que soy de las que disfrutan de las Lunas Llenas...
Pero lo de mi amigo el astrólogo me inquieta. A veces llego a casa después de un día de perros, y ahí está, en mi correo, preguntándome... o peor aun, animándome " Ánimo, T. que Saturno se va de tu signo dentro de dos semanas...". Otro día me manda otro correo... "¿Qué tal la oferta? ¿Ya te la han hecho?".... Pero como sabía él lo del nuevo trabajo!! Por eso, ver su nombre en la bandeja de entrada del correo electrónico os aseguro es, siempre, inquietante.
Lo enigmático vino con su último mail: "T, desde el veintipocos de marzo hasta la primera quincena de abril entras en un terremoto vital. Ponte el cinturón (de seguidad, os refiero...)".
Y me había olvidado de esta frase hasta ahora mismo que escribo. Y de hecho, con toda mi honestidad, me cuesta creer que lo que me está sucediendo las últimas semanas tenga más que ver con los cielos que con las zancadas que doy en estos caminos que comienzo... Me niego a aceptar esa indefensión que provoca lo predeterminado...
No quiero creer que los encuentros casuales con la realidad sean un producto astral, que la vuelta al orden sea un tema de los cielos, y que mi trabajo diario no sirve de nada si el cielo no acompaña...
Creo en el levantarme por la mañana, ducharme (sin caerme...) tomar un rico café y enfrentarme al día con alegre, pero firme, determinación. En las llamadas de un amigo que te alegran el día. En la ilusión de sorprender a alguien, aunque sea mediante el lenguaje. En el hecho de realizar correctamente mi trabajo. En volver tranquila a casa y saborear este rato de sofá o charrar con A. y G, cuando estamos en Madrid. En seguir aprendiendo cada día, en leer un buen libro. En planear proyectos, tomar una cerveza en el sofá, o una infusión, o vino. En escribir a cielo abierto como es un cuaderno de bitácora. En salir a correr y sentir libertad. En planificar viajes...
Y eso, está en la tierra, amigos.
Dejemos el cielo para los ángeles...
Pero lo de mi amigo el astrólogo me inquieta. A veces llego a casa después de un día de perros, y ahí está, en mi correo, preguntándome... o peor aun, animándome " Ánimo, T. que Saturno se va de tu signo dentro de dos semanas...". Otro día me manda otro correo... "¿Qué tal la oferta? ¿Ya te la han hecho?".... Pero como sabía él lo del nuevo trabajo!! Por eso, ver su nombre en la bandeja de entrada del correo electrónico os aseguro es, siempre, inquietante.
Lo enigmático vino con su último mail: "T, desde el veintipocos de marzo hasta la primera quincena de abril entras en un terremoto vital. Ponte el cinturón (de seguidad, os refiero...)".
Y me había olvidado de esta frase hasta ahora mismo que escribo. Y de hecho, con toda mi honestidad, me cuesta creer que lo que me está sucediendo las últimas semanas tenga más que ver con los cielos que con las zancadas que doy en estos caminos que comienzo... Me niego a aceptar esa indefensión que provoca lo predeterminado...
No quiero creer que los encuentros casuales con la realidad sean un producto astral, que la vuelta al orden sea un tema de los cielos, y que mi trabajo diario no sirve de nada si el cielo no acompaña...
Creo en el levantarme por la mañana, ducharme (sin caerme...) tomar un rico café y enfrentarme al día con alegre, pero firme, determinación. En las llamadas de un amigo que te alegran el día. En la ilusión de sorprender a alguien, aunque sea mediante el lenguaje. En el hecho de realizar correctamente mi trabajo. En volver tranquila a casa y saborear este rato de sofá o charrar con A. y G, cuando estamos en Madrid. En seguir aprendiendo cada día, en leer un buen libro. En planear proyectos, tomar una cerveza en el sofá, o una infusión, o vino. En escribir a cielo abierto como es un cuaderno de bitácora. En salir a correr y sentir libertad. En planificar viajes...
Y eso, está en la tierra, amigos.
Dejemos el cielo para los ángeles...
5 comentarios:
Y no son amigos los ángeles?
Mi amigo astrólogo se llama Ángel...
felicidades también a ti por el blog. Lastima no haber sabido antes de él.Hay temas muy interesantes que me encantan. Seráun nuevo punto en el itinerario diario blogueril personal. Acerca del último comentario; la tierra es el presente y si no hay tierra, malo.Aunque nos inquiete el futuro, el presente es la vida, lo demás es recuerdo o potencialidades que denota incertidumbre.Un saludo.
Totalmente cierto.
Chechu y Tot, os vais a llevar muy bien pues tenéis muchas cosas en común (especialmente el atletismo) que ya os comentaré en privado a ambos.
Y respecto a lo del cielo... para mirar es muy bonito, pero a mí ninguna estrella mi guía en mi camino, ya lo estropeo yo solito.
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