Decía Simone de Beauvoir que la belleza es aún mas díficil de explicar que la felicidad... y ya es decir... porque mira que es díficil de explicar (la felicidad...) que es algo así como el tiempo para San Agustín.... Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.
Yo soy una gran defensora de la Belleza. De lo Bello. Entendiendo por belleza, ante todo, la primera acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua como Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.
Lo bello es subjetivo, lo sé. Muy subjetivo. Lo que es bello para uno no es para otro, y viceversa... pero siempre y cuando, ese algo "bello" despierte en nosotros un sentimiento (no hace falta llegar al Síndrome de Stendhal..) me gusta, y me gustará.
La belleza en los humanos ha sido para mi, es, y presumo que será siempre, una actitud. Una actitud ante la vida. Ante el resto de los seres humanos, incluyéndose a uno mismo. Por eso mas que hablar de guapos y feos, creo que merece hablar de quienes están a gusto... y de quienes están a disgusto...
Y siento hoy la necesidad de hablar de algo tan efímero para unos, tan intemporal para otros, como la belleza, porque la programación televisiva de ayer por la noche me entristeció sobremanera.
Una película de una niña que se converte en princesa, y todo aderezado por un importante cambio físico. En otro canal otra niña que se convierte en princesa, que es lo que parecen perseguir las misses a lo largo y ancho del planeta... y en otro, dos cenicientas que acuden al gran baile como princesas después de un peregrinaje por todo tipo de cirujanos plásticos y estilistas.
Reconozco, y respeto sobremanera, la dificultad existente en nuestra sociedad para sentirnos a gusto en nuestro pellejo. Tenemos que ser delgados, esbeltos, formados... a las mujeres se nos exige un cuerpo que parece antagónico a la posibilidad de la maternidad, estrechitas por aquí y con volumen por allá... para sonreir no vale tener motivos... hay que tener sonrisa (aunque no tengamos motivos...) y para gustar debes contener en ti las proporciones del Hombre de Vitruvio.
Por eso lo de anoche me pareció tan grave. A lo mejor porque trabajo con personas que no se gustan. A lo mejor porque tengo que atender a personas que fueron marginadas, en otros momentos de su vida, por su "no belleza". A lo mejor porque no entiendo esa desmedida importancia a algo tan subjetivo como es la percepción. A lo mejor porque creo que las personas son mas que unas medidas numéricas.
Y es que, señores, la belleza, no está fuera.Miren dentro, por favor...
La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica.
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges