Siempre me ha fascinado el concepto de hermano/a. Efectivamente se que es mucho más que un concepto, o al menos, eso intuyo, ya que supongo que precisamente me fascina tanto por carecer de ellos. De ellas. Por carecer de hermanos, de hermanas... Y como se suele decir, no hay nada peor que echar de menos lo que nunca se tuvo...
No conozco la sensación de saber que por ahí, por el mundo, hay alguien que existe con (casi) la misma herencia genética que tu; que por ahí, por el mundo, hay alguien que está hecho de lo mismo, y por los mismos... y que durante nueve meses habitó el mismo vientre que tu. No conozco esa sensación. Mas bien conozco la inversa. La sensación de desarraigo que te crea ser un hijo único.
Lejos de los mitos sociales referidos a nuestra ya de por sí "mala suerte"(y que desgraciadamente muchas veces son mitos o aunque solo sean prejuicios bastante negativos) entiendo que ser hijo único te coloca en una extraña pole position que desde luego, no elegiste. Que te deja solo. Yo lo llamo desarraigo. Cuando no estén ellos, los progenitores, estarás sin arraigo a esta tierra (arraigo genético, se entiende... emocional siempre habrá...) sin norte, ya que jugando con los puntos cardinales en mi cabeza el norte son los padres, este y oeste los hermanos y sur los hijos. Uno es, por supuesto, siempre el centro....
Así que precisamente por no tener hermanos me reconozco fascinada... Durante un tiempo me sentía hipnotizada por aquellos hermanos tan diferentes entre sí que parecían provenir de familias diferentes. Durante la carrera, esa que trata de comprender el comportamiento humano, "los estudios de hermanos" han sido algo comun para tratar de comprender que porcentaje del comportamiento se debe a la genética y que porcentaje al aprendizaje. Por eso, los estudios de gemelos se llevaron siempre el Oscar. Y es que precisamente en este momento de mi viaje me siento fascinada por el tema de los gemelos. Dos personas diferentes, con idiosincrasias totalmente diferentes, con dos apariencias como dos gotas de agua. Si compartir padres y vientre te une... compartirlo al mismo tiempo, debe, necesariamente, unirte de una manera especial...
La siempre sorprendente National Geographic, estrena en estos días un documental (continuación de el vientre materno) sobre el desarrollo de embriones en embarazos múltiples. En él, se muestra cómo los fetos empiezan a interactuar, como se empujan, dan patadas e incluso parece que juegan y se besan.
En muchas culturas, el nacimiento de gemelos es considerado algo monstruoso, algo totalmente antinatural. Yo misma he visto como en Bolivia dejan morir a uno de los dos (siempre al que consideran mas débil) puesto que para su mentalidad animista es inconcedible que existan dos personas idénticas, considerándose además que los partos múltiples se debían a la magia o a la infidelidad (que dirían ahora, que desde 1975, con la reproducción asistida, se han multiplicado estos embarazos múltiples...) En otras culturas, sin embargo, y precisamente por la extrañeza del asunto, los partos de gemelos se consideraban augurios de buena suerte.
De forma natural, el nacimiento de gemelos es algo extraordinario, puesto que el vientre humano no está preparado para los partos múltiples.
Buena o mala suerte, magia o infidelidad, me fascina la existencia de los gemelos. Si tener a alguien por el mundo hijo de los mismos padres que tu me resulta casi mágico, que esa persona haya nacido a la vez que tu, y que sea igual que tu, es ya, mágico, sin el casi.
En mi entorno circulan varios gemelos, mellizos y el extraño caso de gemelos de diferente sexo... Me pregunto si son conscientes de formar parte de algo sublime, de algo excepcional. Imagino que no, porque todos los demás que tenéis hermanos parece que a veces olvidáis la suerte que tenéis.
Repito que ser hijo único implica un no elegido desarraigo, una extraña sensación de habitar un desierto existencial. El aislamiento se suple con buenos amigos, amigas, algunos de los cuales se convierten en auténticos hermanos/as.... pero no es lo mismo. No puede ser lo mismo.
8 comentarios:
La verdad es que no, no es lo mismo. Los amigos son algo muy grande, pero un hermano, es un HERMANO. La verdad es que sí, que es una gran dicha tenerlos y más si son dos como los que yo tengo.
Así que ya sabes, cuando seas mamá por primera vez, no le hagas a tu niño/a lo que te hicieron a ti tus papis y hazle el mejor regalo que jamás puedas hacerle, un/a hermanito/a ;-)
... No creo que mis padres "me hicieran nada", Felix. En absoluto. Las circunstancias de cada uno son las circunstancias de cada uno, y ahí no hay ni mala intención ni alevosía.
No sé si es correcto decir ¡Es maravilloso tener hermanos! después de lo que has comentado... pero lo cierto es que no podría decir lo contrario.
También hay otro caso: el que tiene hermanos y se lleva con ellos 12 años. Yo crecí como hija única con unos hermanos muy mayores que hasta que no llegué a la adolescencia no disfruté plenamente y hoy por hoy, son un soporte muy importante de mi vida.
Un amigo es algo muy grande pero, efectivamente, no puede ser lo mismo que un hermano... supongo claro...
Recuerdos de otra 'desarraigada' a la que parece que has leido el pensamiento con este post!!!
(Estoy recién llegada de vacaciones y me encanta volver a leerte, Tot!!)
Un beso, Manoli
No es lo mismo,pero es igual.Amamos a hermanos y/o amigos sin pedir casi nada,porque el amor no deja de ser una necesidad del otro.¿No sucede que en un instante de tu vida te encuentras a alguien que te hace olvidar todo lo pasado y eres feliz con él?¿No ocurre que en ese lugar donde te encuentras te sientes con energía para llegar al sol como dos niños que nunca dejarán de jugar?
Los gemelos quizás tienen que hacer el viaje inverso,conseguir ser independientes con el tiempo,porque ya tienen un amor casi idéntico a ellos mismos o quizás complementario,no sé.
Yo un día toqué a Copito de nieve.
Interesante..
¿Quién está entonces arriba y abajo,maestra?
En mi caso mis dos hermanos me han dado demasiada "realidad" en ocasiones. Siento no poder ser más explícita, pero no todo es maravilloso y no todas las personas son maravillosas. Hay gente con problemas, y "contagian" a la gente que más cerca está. Y pueden pillarte en una edad delicada, y ser tú chica y ellos varones mayores. E incluso desviar la atención de los padres hacia ellos, dejándote a ti de lado por ser "más responsable" que ellos. Y que en la edad en que necesitas más atención por tener tus propios problemas, los suyos sean considerados más dignos de tener en cuenta.
No todo es malo, pese a mi comentario. La infancia reconozco que sí es maravillosa con niños por casa (porque los hermanos traen a sus amigos a casa).
Hablo de la ligazón toda la vida con personas en ocasiones muy distintas a una misma.
Nada es blanco o negro.
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