jueves, mayo 08, 2008

Y 100...


1...
2...

3...
4...

Llegas a casa.

Mucho no te apetece hablar, la verdad... será que llevas haciéndolo todo el día.


Abres la puerta de una casa que no es la tuya en la que todavía, en ocasiones, te preguntas... ¿Qué hago yo aquí? Está en uno de los puntos neurálgicos de Madrid aunque a ti te parezca el fin del mundo...


Llegas a casa.


Abres la puerta y hay tres personas que no conoces y un bebé (que manía tenemos en no considerar a los bebés personas....) o eso, cuatro personas, tres grandes y una en miniatura, sentadas en ese sofá tan cómodo con el que soñabas... para leer un rato, o quizás ver alguna película...
Saludos formales. "Hola que tal, soy J... la compañera de piso de..."... "Ay, te hemos invadido"... pero esa frase tiene diferentes significados según el gesto del que se acompañe:
a) movimiento para hacerte sitio
b) movimiento de mudanza c) indiferencia

Ellos, como imagináis (si no de qué estaría escribiendo un segundo post en un día..... ) han optado por la c.


Te vas a la cocina.


Es el único lugar de la casa donde robar wifis ajenas... Hoy, al menos, funciona la de siempre..


Decides desahogarte entre amigos, compañeros, lectores desconocidos, anónimos... hablando de las empatías espontáneas... pero oyes, aunque no quieras, las conversaciones ajenas de tres tipos (esta vez si que tres, el bebé no habla....) desconocidos en "tu" sofá.... En realidad, una conversación....
Comienzan hablando de lo que se suele hablar cuando hay un bebé delante: de bebés. De horarios, de texturas escatológicas, de llantos, de guarderías, de los bebés de otras mujeres (como si no hubiera hombres implicados en la creación de los bebés...), de los dientes, de los chupetes... (gracias a mis amigas mamás por no ser así...) y de repente, zas, la conversación da un giro insólito y se ponen hablar de.... psicólogos!

La retahila de "piropos", de palabras "bonitas", de insultos, de signos llenos de desprecios me abruma.

Este post, es, entonces, una de esas estrategias de contar hasta cien antes de liarla... Antes de salir al salón y defender mi digna profesión... que como todas tiene todo tipo de representantes... pero de ahí a decir lo que estoy escuchando...

96...

97...
98...
99...

Voy a por ello amigos... Lo siento pero no lo puedo permitir... No en mis narices... Pero tranquilos, que lo haré elegantemente... No confirmaré ni uno solo de sus prejuicios... Iré al salón, entablaré relación (eso lo sé hacer...) y a partir de ahí, improvisaré...


¿Qué haríais vosotros? Aunque quizás vuestras respuestas lleguen... un poquito tarde, que ya me estoy levantando...


100...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias.en tu entrada me he visto cómodamente situada como en una hamaca a la sombra de un olmo. Me resultas alucinante,de verdad y sobretodo que llegues hasta 100;yo quizas por espíritu de contradicción y no llegar al redondeo salto en el 97. Soy profe y también esta manera de vivir proporciona bastantes comentarios provocadores.A veces hago como que no recuerdo contar más que hasta el 96 y lo dejo correr...

Anónimo dijo...

Uyyyyyyyy!!!!!!!!!!!!!
Yo ya le hubiera quitado los dos ceros al 100!!! jajaja
No en serio, creo que hubiera hecho exactamente lo mismo que tú. Contar... pero llega un punto que no hay que dejarse "insultar" por 4listorros de pacotilla, que la gente sabe mucho opinar... sin fundamento.
Anda! Ahora nos cuentas cómo acabó eh?
Besos,
Manoli

Ingrid Dietrich dijo...

Una vez en una breve incursión en un trabajo cutre por causa de necesidad, una secretaria que tenía cultura cero, el graduado a lo justo y un cursillito de word, me recriminó airadamente por mi falta de habilidades en el manejo de algo en lo que ni siquiera me había iniciado... Y le dije, mira tú eres buena con el Word, eres buena en lo tuyo y en tu mundo, yo vengo de otro en el que he trabajado a un nivel que ni sueñas, he tenido amistad con gente con la que sueñas y en la que soy un as, yo sería comprensiva contigo si vinieras a mi mundo, pero ni con cursillos sabrías hacer lo que yo. Así que tú dedícate a lo tuyo, que yo me iré a una academia. Moraleja: No des miel a los cerdos, por mucho que quieras no la distinguirán del pienso compuesto.