martes, mayo 20, 2008

FOTOGRAFÍAS CASUALES






Hoy es uno de esos días que te apetece escribir... y no sabes de qué...


No es que no tengas tema (porque en realidad siempre hay algo de lo que hablar... aunque uno sea repetitivo siempre hay material digno en la recuerdoteca...) En realidad es que tienes tantos que se agolpan no sabes si en la cabeza, en la boca, en los ojos, en las tripas o en la yema de los dedos... como esos caramelitos que tienen que salir por el agujero de la cajita y que cuanto mas te apetece uno, más dificil es que salgan. Pues algo así.

Cuando me apetece escribir y no sé de que hacerlo escucho música. La música siempre saca algo, aunque no sepamos que lo teníamos... La música tiene ese poder... que te toca allí no sabes dónde y despierta consciencias durmientes...
El siguiente paso (es que yo soy muy visual) es ver alguna imagen. Puede ser alguna de esas imágenes que suelen acompañar mis posts y que tengo de antemano guardadas en el ordenador.. O quizás alguna de las fotografías que me traigo de algún viaje.. una de esas instantaneas que convierten en infinito el instante que duró justo lo mismo que el click de la cámara..

Y es así, como paseando por la fototeca, me he encontrado con esta foto. Es una foto que se me olvida que la tengo. Me gusta mucho, pero siempre se me olvida. Y mira que en la habitación de Madrid la tengo en la pared... y aun así, de una semana a otra, se me olvida. Es más, de la noche a la mañana se me olvida. Y cuando la veo por la mañana siempre me pregunto ¿Y ahí estuve yo? Y es que, ¿esa foto la hice yo?

Os podría contar muchas cosas de esa foto, ya que como toda fotografía, es una puerta al mundo de lo pasado, de lo que fue y quedó fuera del objetivo de la cámara. Me pregunto... entonces, ¿Donde queda lo que limita con el paisaje que fotografíamos? ¿Por qué es menos digno, no merecedor de nuestra óptica? Uff... vaya paranoia. Y también lo que pasó antes... quizás lo que pasó después... de esa foto. Lo que pasaba dentro de la persona que realizaba esa fotografía. Lo que pasaba dentro de esa fotografía. Lo que pasaba dentro del fotógrafo. No sé, quizás eso (y mi curiosidad por la gente interesante) expliquen por qué me enamoré (pero terriblemente tarde...) de un fotógrafo... y por qué, años después, casi me dejo engañar por una (mala) copia del anterior (aunque eso es otra historia...).

Pero eso es lo de menos. Esta foto no tiene mérito. Esta foto es una de esas de "pasaba por ahí"... Estaba en Osaka y me perdí en un acuario y de repente venía hacía mi un gigante tiburón blanco que vivía armoniosamente con otros pececitos. Eso es. Solamente eso. No tiene mérito.

Quizás ni siquiera merezca hablar de por qué siento que me cuesta tanto entender que la convivencia en el seno de mi trabajo no sea como eso, donde no hay tiburones gigantes blancos y todos somos pececitos del mismo tamaño y en cambio yo me siento rodeada de pirañas...

Quizás ni siquiera merezca hablar de los cristales invisibles que nos separan del peligro.

Quizás tampoco merezca la pena hablar de las apariencias que engañan...(como "terribles" tiburones mansos o corderos traicioneros que son lobos bajo la piel.... )


Quizás no, aunque de algún modo que no explico tengo la sensación de que la foto, de que esa foto, tiene que ver con esto que me pasa en la boca del estómago...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

crónica

Tot dijo...

Mmmm... ¿Crónica de libro/historia en orden temporal/ artículo o crónica de larga, de habitual, o que viene de tiempo atrás?? mmmmm, crónica, eh? Interesante...

Anónimo dijo...

¡¿Qué pájaros?!

Anónimo dijo...

... los que dan cuerda al mundo..