Y de repente una quiere vivir un domingo cualquiera sin darse cuenta y resulta que pasan unos cuantos días, no necesariamente sin que te des cuenta, si no mas bien al contrario... dándote excesivamente cuenta del peso de los días que pasan....
Y así, pasan dos, casi tres semanas, y tus días están llenos de "darse cuenta" como dimisiones profesionales, como luchas internas contra sentimientos incontrolables... reconociendo, en una tregua con una misma, que estas enamorada de quien no te corresponde ni parece valorarte personalmente (haciéndolo solo en lo profesional) y que aunque eso te pone de los nervios no puedes evitarlo... confiando en que un día de estos, pronto, te levantarás y le dirás... "hasta aquí, chaval...."... Y despidiéndote de quien te aprecia y a quien ya no puedes decirle "hasta mañana", porque ya no hay ese mañana de plenas confidencias, de recibir noticias que te animan profesionalmente y que llenan tu futuro inmediato de colores... de conocer a un adivino que te anima a investigar, que te ve en una jungla con indígenas y que te anima a escribir... de fundir límites con áquel eterno amigo, de que te digan que como no quieren que te vayas de donde has decidido irte creen un puesto nuevo, por y para ti, que solo te beneficie... De conocer la traición en eso que llaman amistad, y de descubrir la amistad en desconocidos. De reencontrarte con aquella amiga de la infancia que más cerca estuvo (literal) de ser tu hermana cuando tu madre se planteó adoptarla... de reconfortante con las palabras de un amigo incondicional, de empezar a cuidarte físicamente y descubrir que estás más fuerte y rápida de lo que imaginabas...
Todo esto es ese "darte cuenta de los días que pasan..." de las últimas semanas, afortunadamente... Todo eso es lo que te anima a seguir creyendo en tí y a atreverte, sin complejos, a desvelar el misterio de un futuro inmediato, que expectante, habita junto a tí...
Quitémosle el telón...
Adelante, que el futuro ya está aquí...