miércoles, agosto 27, 2008

KOJI



Hoy es el último día que no trabajo. Mis vacaciones siguen haciéndose esperar... y hoy es el último día que me he dado para aterrizar... para asimilar, para terminar de planchar todas esas lavadoras que son el epílogo de un viaje...

Hoy ha empezado siendo un día normal, como casi todos a priori, pero como viene siendo habitual, ha pasado algo que ha cambiado su rumbo.

Hoy me ha mordido un gato.

Si, es verdad. Hablo literalmente. Y aunque todo lo que ha rodeado a este breve (y fatal) instante del mordisco si está plagado de símbolos y metáforas, lo del mordisco es real.

Si, hoy me ha mordido un gato.


Inocente de mi tenía muy interiorizada la cosa esa de que los perros son los que muerden y los gatos los que arañan... Y en las piernas tengo los arañazos inocentes de mi perrica al agarrarme y en la muñeca tengo el mordisco de un gato inocente que se agarraba a la vida..

No me alegra decir que es lo último que ha hecho ese gato antes de morir.

No sé, supongo que son cosas que pasan... Que tu tienes tus planes y que mientras tanto hay un montón de estímulos, de sucesos, de acontecimientos a tu alrededor que te alejan de tus planes...

Yo en realidad iba a tomar un café a las doce del mediodía. Mientras esperaba que una puerta se abriera he visto, desde el coche, un gato arrastrarse y caer. Sus ojos estaban muy abiertos. Su boca también. Y la herida de su pierna también. A partir de ese instante todo ha adquirido un rumbo y un color, también un olor, y un dolor, diferente...

A partir de ese instante el reloj ha dejado de funcionar. Éramos él y yo en una carrera contrarreloj hacía no se donde. Dos desconocidos el uno para el otro... dos desconocidos que hasta hacía unos instantes nunca nos hubiéramos cruzado... Él, al verme, como gato callejero (los gatos son callejeros, no abandonados, los perros al revés....) hubiera salido corriendo. Y para mi, él, gato callejero, hubiera sido uno más. Dos desconocidos que de repente van en la misma dirección.
Y aunque el tiempo se había parado los semáforos también. Y entre semáforo y semáforo le pensaba un nombre... "No podemos vivir esto juntos sin que tu tengas un nombre", pensaba... Evidentemente el nombre debía ser japonés. No me preguntes por qué, pero es evidente... Al final, y en un homenaje a un japonés vecino mío de las últimas semanas ha elegido Koji. Entre Haruki, Hiroaki, incluso Kafka (en un homenaje a Murakami) ha elegido Koji.

Su pata no paraba de sangrar. Pero en él había algo más que fallaba. Soy psicóloga, no veterinaria... pero veía que ese cuerpecito se apagaba. Como el fuego del que hablaba ayer... se apagaba. He aparcado donde he podido y he llegado corriendo al veterinario... la mano derecha llena de su sangre. La izquierda, llena de la mía. Y es que Koji ha debido de pensar que corriendo tan deprisa se caía de la vida... así que se ha agarrado lo más fuerte que ha podido con lo único que ha podido... en un último lapsus de fuerza. Y en no se que irónica broma del destino me ha dejado bien dolorida la muñeca izquierda, justo la del lado de los sentimientos, de las emociones... Y me ha dejado también dos pequeños cráteres. Y muchísima inflamación. Y otro tanto de infección.

Koji se ha ido. Lo único que he podido hacer por él es, paradojas de la vida, nosotros que corríamos hacia la vida, pagar una inyección que le durmiera. Su patica, destrozada, pero su interior todavía más. Y en una mesa de acero Koji se ha domido. Sin dolor.

El dolor me lo he quedado yo, me parece. Yo soy la que se queda ahora con el tratamiento médico, con los antinflamatorios, con los antibióticos y con un analisis de sangre dentro de dos días. Yo soy la que se queda con la soledad de los brazos vacíos. Con la lentitud hacia la vida. Con la manta del coche. Con la cara de inocente, preguntándome, "¿pero que broma es esta?"... "¿Como puede ser que me cruce en la vida de "alguien" solo para llevarle, corriendo, a un sueño infinito, como el del ocho que duerme?".... ¿Como puede ser que mi brazo esté, cada vez, mas inflamado y más dolorido?"...

Y resulta que al café de las doce he llegado a las doce y cuarto. Quince minutos más tarde y con veinticinco euros menos.

Eso es lo que cuesta la broma que esta mañana el universo, tenía para mi.


Y yo, sigo sin entender nada...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un templo de luz.

Anónimo dijo...

...la Espiral sin Nombre,el gato,tú.

Anónimo dijo...

..el Nido.

Teutates dijo...

Son cosas que pasan en la vida. Yo a lo largo de la mía me he visto en situaciones parecidas, y afortunadamente y hasta ahora con final feliz.
Lo que no consigo comprender, es que cuando alguien, encuentra un animalillo con problemas y decide llevarlo al veterinario de "urgencia", haya veterinarios, (que se supone que escogen esa profesión porque les gustan los animales), que no sean capaces de corresponder a tu generosidad con la suya.
Mimosa: Gata tricolor rescatada de un saco de escombros metido en un contenedor de basura cuando solo tenía un par de semanas de vida. Ahora tiene dos años y medio, y sigue mordiendo para aferrarse a la vida pero es un encanto.
Pipi: gorrioncilla rescatada de entre un montón de chatarra, con una semana como mucho de vida. Ahora tiene unos dos meses y medio, no tiene a penas plumas, aunque parece que empieza a solucionarse y es muy feliz volando por la cocina y bañandose en su piscinita de tierra y también en la de agua.
Bob: Verderón o quizá canario, está por ver, lo recogieron mis padres con unos 15 días de vida, como no lograban darle de comer, me lo llevé para ver si yo podía hacer algo, ahora tiene unos dos meses,lo único que hace es comer sin parar, eso sí, pensamos que está enamorado de Pipi.
Estas son los últimos encuentros que he tenido. Antes hubo otros, con finales más inciertos...

Anónimo dijo...

Una de las cosas que aprende quien está un rato contigo es que nada es por nada, y estoy segura, Tot, que aunque aun no lo sepas ese gato te hizo un regalo mordiéndote. No creo que ahora te conviertas en Catwoman (aunque eres capaz..) pero si creo que ese gato tenía para ti algo de Maneki Neko, ese gato de la fortuna japones que tienes en tu casa que saluda a los que llegamos cuando hay luz.

No te desanimes por lo evidente, eso no es propio de ti, y confía en lo subyacente, que eso si es propio de ti.