Mientras unos apuran sus vacaciones, otras aun no las hemos empezado... y pensar en los que vuelven, inspira mis palabras...
Inocentes. Mira que a veces somos inocentes.
Vuelas...
Vuelas. Y aunque sepas la ciudad en la que aterrizas, por mucho que la conozcas, incluso aunque hayas nacido allí, no te atreves a reconocer que no sabes donde vas...
Crees que volando vuelves cuando volando te vas...
Crees que llegas a casa, a la rutina, al orden.. cuando en realidad donde aterrizas es en el resto de tu vida, que de rutinario no tiene nada.
Además de un color mas tostado en la piel y de algún souvenir en la maleta traes, inocente de ti, proyectos para la nueva temporada.. esa que comienza ya, o que las agendas escolares comienzan, ya, dentro de unos minutos...
Te digo inocente por tus buenos propósitos, esos que solo saldrán adelante si al universo le apetece... ¿no te has dado cuenta, todavía, que entre lo que queremos que sea y lo que es hay mas distancia que de aquí a la luna?
Traes ropa sucia que mañana estará limpia... solo necesitas suavizante y detergente. Inocente.. ¿no te das cuenta que para limpiar conciencias uno necesita algo que no venden en el super? No, no digo que hayas hecho algo que manche tu conciencia, pero probablemente te sentirás así cuando dentro de unas semanas te des cuenta de que "aquellos propósitos" que ideaste bajo palmeras o entre frías cervezas a la orilla de un mar se quedaron, como las propinas, allí, en la mesa... o que los lavaste con la ropa sucia...
Traes teléfonos nuevos de gente a la que quizás no llames nunca; anécdotas. Buenos momentos. Otros que quizás hubieras preferido no tener, pero que precisamente por eso, por lo inoportuno, serán los que mas respuestas te den...
Inocente...
Es por todo lo anterior que te llamo Inocente.
Por que crees firmemente que llegas a un aeropuerto. A tu ciudad. Que llegas a tu casa. Tu nombre es el alimento preferido de tu buzón. Subes en el ascensor, quizás las escaleras... y abres, por fin, la puerta de tu casa... tu baño, ese que tanto echaste de menos. Tu nevera, pelada, pero tu nevera... Y tu cama. Esa cama que tantos secretos guarda... Te esperaban.
Inocente...
Piensas que todo está igual... que todo está en su sitio... sin darte cuenta que efectivamente todo está igual que cuando lo dejaste: menos tu..
Bienvenido. Bienvenida.
Bienvenido al resto de tu vida...
Inocentes. Mira que a veces somos inocentes.
Vuelas...
Vuelas. Y aunque sepas la ciudad en la que aterrizas, por mucho que la conozcas, incluso aunque hayas nacido allí, no te atreves a reconocer que no sabes donde vas...
Crees que volando vuelves cuando volando te vas...
Crees que llegas a casa, a la rutina, al orden.. cuando en realidad donde aterrizas es en el resto de tu vida, que de rutinario no tiene nada.
Además de un color mas tostado en la piel y de algún souvenir en la maleta traes, inocente de ti, proyectos para la nueva temporada.. esa que comienza ya, o que las agendas escolares comienzan, ya, dentro de unos minutos...
Te digo inocente por tus buenos propósitos, esos que solo saldrán adelante si al universo le apetece... ¿no te has dado cuenta, todavía, que entre lo que queremos que sea y lo que es hay mas distancia que de aquí a la luna?
Traes ropa sucia que mañana estará limpia... solo necesitas suavizante y detergente. Inocente.. ¿no te das cuenta que para limpiar conciencias uno necesita algo que no venden en el super? No, no digo que hayas hecho algo que manche tu conciencia, pero probablemente te sentirás así cuando dentro de unas semanas te des cuenta de que "aquellos propósitos" que ideaste bajo palmeras o entre frías cervezas a la orilla de un mar se quedaron, como las propinas, allí, en la mesa... o que los lavaste con la ropa sucia...
Traes teléfonos nuevos de gente a la que quizás no llames nunca; anécdotas. Buenos momentos. Otros que quizás hubieras preferido no tener, pero que precisamente por eso, por lo inoportuno, serán los que mas respuestas te den...
Inocente...
Es por todo lo anterior que te llamo Inocente.
Por que crees firmemente que llegas a un aeropuerto. A tu ciudad. Que llegas a tu casa. Tu nombre es el alimento preferido de tu buzón. Subes en el ascensor, quizás las escaleras... y abres, por fin, la puerta de tu casa... tu baño, ese que tanto echaste de menos. Tu nevera, pelada, pero tu nevera... Y tu cama. Esa cama que tantos secretos guarda... Te esperaban.
Inocente...
Piensas que todo está igual... que todo está en su sitio... sin darte cuenta que efectivamente todo está igual que cuando lo dejaste: menos tu..
Bienvenido. Bienvenida.
Bienvenido al resto de tu vida...