Hoy escribo como un grito. Un grito chiquitico y silencioso, como el cuadro... pero grito... Necesito desahogarme... Resulta que hay días como hoy en los que entiendo, a la perfección, a O.
O. es ese amigo que un día, "con un par", dejó su genial trabajo en la cumbre de los recursos humanos, con sus viajes, sus reconocimientos, su gran nómina, para ser reponedor/gasolinero en una estación de servicio de su ciudad natal, allá en el norte... Decía que siempre que paraba a echar gasolina, antes de salir en uno de sus viajes de trabajo, observaba la sensación de bienestar del gasolinero, y así, un día, con mas o menos valoración de las consecuencias, dejó su trabajo, genial para muchos, insoportable para él, se puso un mono y se convirtió él en el gasolinero de cara despreocupada y tez morena por estar de sol a sol...
Pues hay días, como este, que hacen que le entienda. Hacen que mire con la nostalgia de echar de menos lo que nunca se tuvo el comportamiento de la camarera de origen sudamericano que me sirve un bocadillo. De la que atiende en el sector almohadas de una tienda de muebles, o de la cajera de un supermercado... o incluso de las personas que limpian en el lugar donde trabajo, que tienen la suerte de ver a esos atletas de primer nivel, pero no se ven en ninguna responsabilidad con otros...
Pero la decisión de O. no tuvo con ver tanto con el trato que le daban algunos de sus "compañeros" de trabajo (tengo dos bastante peores que un grano en los bajos...) y que a día de hoy es lo que me supera, provocándome ciertos síntomas físicos bastante evidentes, si no con una valoración personal.. si no que el final de la historia de O. (bueno, mas que final transcurso, ya que su historia no ha terminado.....) me frena un poco..
Resulta que han pasado tres años de áquel cambio, y hoy, como el que es bueno es bueno, y O. es muy bueno, se encuentra, exactamente, en la misma situación que el día en que dejó su trabajo de responsable de recursos humanos. Mismas noches fuera de casa, los mismos lugares por los que viajar. Coche de empresa. Teléfono de empresa. Nómina superior, mas reconocimientos.
Él ha asumido que si hoy dejase este puesto para ponerse a vender pan, intuye (porque así será y eso sin ser prepotente) que en tres años estaría de director de recursos humanos de cualquier empresa multinacional del primer nivel del sector... y eso, a él, a lo mejor le atrae.
Pero a mí, sinceramente, volver a empezar de cero, vencer obstáculos, esquivar zancadillas, para terminar aguantando a dos mamones la verdad, no me tira nada...
Así que ya me diréis por donde empiezo... para no morir en el intento...